domingo, 28 de octubre de 2007

SIN MAS TROPIEZOS ,,POR AHORA

SU CARA ERA UN AUTÉNTICO POEMA. Mas que un poema parece el de un trágico griego antes de entrar en colisión con la voluntad de los dioses del Olympo. Inicia llamadas y más llamadas, recluta un taxi, se identifica como policía y por fin consigue que nos traslade hasta el autobús desaparecido después de una larga persecución. La calma se apodera de su rostro, no de su espíritu. Yo asisto, entre sorprendido, asustado, "folclórico" y espectador surrealista, a la ininterrumpida sucesión de "desastres policiales" protagonizados por mi acompañante.
  Sao Paulo, inmensa, ruidosa, alta, larga, ancha, cosmopolita se presenta a mi vista. Es la misma que vi, en el año 1963 cuando la visité por primera vez. La estaçao rodoviaria es un bullicio de gentes de todos los colores, tamaños y olores. Al llegar a su destino, mi acompañante con su mirada me implora que no mencione su llamada por teléfono, causa de todos sus posteriores avatares. Al llegar, aparece ,en medio del abigarrado público, un grupo de policías federales y en medio de ellos un jesuita, el P. José Sugrañes, en aquella época Director de Misión y Desarrollo de Lauria 13, en Barcelona. Me abraza. yo creo que me voy con él, pero un federal me separa. Sugrañes acierta a decirme solamente que "no me preocupe", que todo va por buen camino, y que ya tendré más noticias suyas. Desaparece él; desaparece el "acompañante" con un muito obrigado;y me encuentro en manos de una cohorte de federales que me trasladan a una cochambrosa comisaría de policía. Allí comparto sala de espera con ladrones, prostitutas, mendigos abandonados y lo que más me impresiona es un grupo de cuatro o cinco "rapaçes da rua" drogados, sucios, descalzos y como todos los demás incluido yo, detenidos a la espera de nuevos eventos.
   Pasa poco rato; se presenta un oficial que me llama por mi nombre: O señor padre José María Pérez, me indica que le siga. El despacho es mejor que la sala. Sobre la mesa reconozco el sobre sellado y extraviado en el autobús... al extraviarse éste mientras mi "guardián" habla por teléfono.
El oficial lo abre con solemnidad y lee y después me muestra su contenido, y leo O SENYOR PADRE JOSE MARIA PEREZ NO ESTÁ DETIDO, MAIS CUSTODIADO PARA SER ENTREGADO A LA COMISARIA GRAL. DE RIO JANEIRO Y SER TRASFERIDO AS AUTORIDADES ESPAÑOLAS PARA SOLUCIONAR SU CASO. Punto y aparte. Me invita a ir al baño y me avisa que en breve saldré de nuevo en autobús hacia Rio Janeiro.