sábado, 16 de marzo de 2013

SORPRESAS VACACIONALES. NUEVAS EXPERIENCIAS

Una vez llegados al "aeropuerto" de Trinidad, con un calor bochornoso que se pega al cuerpo y no se va (!!!) fatigados por el brusco descenso desde La Paz (4.100 mts) hasta el "oriente boliviano" a 300 mts y clima tropical y sorprendidos por la maravilla de la vegetación y lo verde de la cuenca del río Beni, afluente del Amazonas, nos dirigimos sin rumbo fijo, a pie , hacia algún lugar donde ubicarnos para pasar unos días de descanso.

Debo explicar aquí que la altura a parte del soroche-mal de altura- conlleva una fatiga excesiva para un mínimo esfuerzo y que requiere por tanto de una aclimatación y un descenso de las alturas para no fatigar excesivamente el corazón.

En nuestros andares los del lugar nos orientan hacia la parroquia(hacemos cara de curas) y allí nos espera el párroco, un hombre bonachón, tranquilo y pacífico como todos los de allí. Ya nos esperaba.

Nosotros no lo sabíamos. Al poco de darnos de beber zumo de pomelo con azúcar, aparece una carreta de bueyes, y dentro una "señora" que nos invita a subir para llevarnos a su hacienda.

La llegada sorprendente: verde, más verde,. árboles verdes, frutales verdes, mangos, papayas, aguacates, pomelos,...rodeado todo de verde... Me resulta casi inimaginable tanta frondosidad viniendo de la austeridad del altiplano y de La Paz.

Absortos, maravillados, extasiados, somnolientos, cansados de no sé qué. Pero cansados.

Al bajar de la carreta, se me escapa algo raro. Debo estar atontado. No acabo de creerlo. Me duermo en la habitación dispuesta para mi, con mosquitera incluida, ducha , etc.

Al día siguiente, después del desayuno la dueña nos invita a dar un paseo por la hacienda con su carreta.
Ahora ya no estoy dormido, ni cansado, ni aturdido y no tengo alucinaciones . Veo lo que veo, me sorprendo , me altero y decido - decidimos - no aceptar ni el hospedaje, ni los paseos en carreta ni nada de nada.
La "señora" se enfada mucho. Y nosotros a pie regresamos al pueblo y nos agenciamos un lugar para dormir y pasar unos días.

La escena que nos altera es muy sencilla: el campesino que lleva la carreta, al parar, si la "señora" quiere bajar debe colocarse de rodillas, sacarse la camiseta y hacer de peldaño para la ".....SEÑORA Y DUEÑA".

EL CHOQUE ES BRUTAL POR SALVAJE E INESPERADO. Pero a todo esto se suma que esta familia ejemplar, caritativa, dadivosa generosa y acogedora, ha vallado toda la margen del río que pasa lindante con su hacienda de modo que los campesinos, los indígenas del lugar no puedan llevar su ganado a beber sin solicitar permiso... que se lo da cuando y como quiere.

Por tanto decidimos prescindir de ella y así se lo comunicamos al párroco... que no acaba de entendernos.

Las demás experiencias fabulosos: lluvias torrenciales, duchas indígenas al aire libre, calor sofocante, caza de lagartos ( de 1.50 mts) y un gozo de la vida al aire libre de las gentes que no tienen nada pero que lo poseen todo: el gozo de vivir, la risa, el disfrute de la naturaleza, la vida libre y sin ataduras... !Qué pasada¡¡

El regreso abre nuevas "maravillas" de un viaje al oriente.

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