sábado, 19 de julio de 2008

UN TERREMOTO NUNCA VA SOLO

 Estoy sentado en la mesa del despacho junto a los otros compañeros. Tenemos la reunión de valoración de nuestras conferencias en Huancayo. Visionamos fotos, comentamos incidencias, y tenemos muy presente el gran terremoto que habíamos pasado. A consecuencia del mismo nos dieron unas charlas de defensa civil y protección en caso de movimientos sísmicos: No bajar en ascensor, colocarse debajo de las mesas, en las jambas de las puertas, no ir de un lado para otro ni atolondrarse ni espantarse.
 
  La cosa iba bien y todos estamos de acuerdo, pero... yo estaba mirando por una de las ventanas del 12º piso y enfrente veía la torre de YPFP (Petrolera peruana), imponente y majestuosa, al rato no la veo, al rato la vuelvo a ver, y se me ilumina la mente : !un terremoto¡ La torre de allá oscila como un metro en la cúspide , exclamo.
 
 La charla de protección civil... no sirvió para nada, e hicimos exactamente todo lo contrario, excepto usar el ascensor... porque se había parado por seguridad. Y así un montón más de réplicas. El peor de todos fue la tensión política que se vivía ya en el trabajo. 
Lo hablamos Linda y yo y decidimos que no podíamos seguir con aquella tensión de dimes, miradas, tensiones y miedos y desconfianzas entre todos los que estábamos en el Ministerio. Se aumentaron controles, visados, inspecciones domiciliarias policiales y rumores y más rumores.
  
 Un día decidimos -con permiso de vacaciones- salir del país para dirigirnos a Ecuador... y probar suerte allí más tarde. La cuestión era tender puentes y estrechar relaciones un poco más lejos.

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