domingo, 3 de agosto de 2008

DEL AEROPUERTO SIMON BOLIVAR AL MARISCAL SUCRE

El vuelo a Quito es de lo más chungo que uno se puede imaginar. La duración del mismo es de unos 55 minutos, pero lo chungo es el aparato. Un avión JUNKER de la segunda guerra mundial habilitado para pasajeros: asientos ligeros, piso medio metálico, correas por cinturones y barras en el techo (como los tranvías de Barcelona de antes), estando la cabina del piloto enteramente a vista. Pero lo más chungo es el mismo vuelo: la vibración de todo el aparato, el movimiento cimbreante de las alas y el aire que pasa por las rendijas de todo el habitáculo son de lo más sorpresivo que imaginar se puede. Por otra parte allá abajo podemos divisar la serpenteante selva amazónica que se extiende en Ecuador por unos 100.000 Kms2 atravesada por inmensos ríos como el Napo, Coca y Curaray. Uno de éstos, el Coca es el que el conquistador Orellana navegó hasta descubrir el Aamazonas en 1542. Entre miedos, temblores, ruidos, vibraciones y corrientes de aire llegamos finalmente a Quito, capital situada a 2850 m., sobre el nivel del mar, rodeada de la imponente cordillera de los Andes que tiene a bien desdoblarse en dos y deja en medio el altiplano de Quito. La vista es extraordinaria e imponente. Uno no puede dejar de mirar hacia arriba para admirar las cumbres de los volcanes de más de 5000 mts que rodean la ciudad: El Pichincha, el Cotopaxi, el Cayambe... es lo nunca visto ni imaginado... Pero llegamos y aterrizamos felizmente. El taxi ha venido a buscarnos al aeropuerto internacional "Mariscal Sucre" que parece más bien una pequeña parada de autobuses y que está decorado con un enorme reloj indicando las horas de las más importantes capitales del mundo. No en vano estamos en "la mitad del Mundo". El hotel bueno, bonito y barato con un sol que quema y que se pone rápidamente al encontrarse con la cordillera occidental que lo acuna con fuerza y amor.

1 comentario:

Ferran Porta dijo...

Viví en Quito, durante un año largo, hace ya mucho tiempo. Una ciudad fantàstica, con un cielo azul como en ninguna otra parte, en un país precioso con unos paisajes impresionantes. ¡Qué recuerdos!
Saludos.