viernes, 10 de agosto de 2007

El teniente "lobo" con piel de cordero

La población de San Matías, en la frontera boliviana con la brasileña por la región del Matto Grosso vive exclusivamente del contrabando; contrabando de pilas, de coca, de pasta de dientes, de radios, de linternas, de papel higiénico... absolutamente de todo. Incluso de personas, de cuchicheos, de espionaje tipo marujeo, de prostitución y de todo aquello que huela o a dinero o a escalar puestos en la confianza del gobierno central de LA PAZ o del de BRASILIA.
 La avioneta, pilotada por el franciscano, una cessna de un solo motor y biplaza aterrizó entre "vaca y vaca" del pequeño aeropuerto
Un jeep militar del teniente "lobo" jefe del acuartelamiento fronterizo nos llevó, sin ningún problema hasta el colegio que los padres salesianos tienen al otro lado, ya en Brasil, en la ciudad de Corumbá. La despedida fue afectuosa; ni me pidió el pasaporte; él ya sabía que no lo tenía; me deseó un feliz viaje y una "tranquila estancia" en Corumbá, la hermosa ciudad de los mosquitos gigantes parientes cercanos de los helicópteros. Los conocí allá por el año 1966... y ellos me reconocieron de nuevo en esta segunda ocasión.
Al llamar a la puerta del colegio , acompañado del "lobo", les dijo que me dejaba en sus manos, ya que "al parecer" huía de Santa Cruz por el triunfo de la revolución del Gral. Hugo Banzer Suárez. Después supe que la operación cóndor estaba ya en marcha y que las reuniones de militares de los países del cono sur eran frecuentes y secretas.
 Los padres salesianos me acogieron y después de cenar - casi no comí nada - caí extenuado y me dormí.

 "¡El señor padre es pedido de sair do convento y do colegio para se entregar "voluntariamente" as autoridades militares do Brasil!". Ha sido denunciado por el governo amigo de La Paz. Si no sae voluntariamente, nos vamos a entrar militarmente"

¿Soñaba?¡ Era verdad! y eran las 3.30 de la madrugada. Cojo mi mochila, me pongo mis botas de cuero , mis pocos dólares escondidos en la bota, y me despido de la comunidad de Corumbá, no sin un temor a que ellos sufrieran represalias. La salida entre focos, luces intermitentes, voces de ¡¡alto! y muchas más lindezas me estremecen. Sabía que mi vida o mi muerte dependía absolutamente de ellos; tan felices y contentos con la "presa" sorprendida. Después pude comprobar cuánta verdad era lo que acabo de escribir. El traslado al cuartel de Corumbá no fue ni mucho menos un paseo. Sólo llegar empezaron los interrogatorios.

1 comentario:

Sylvie dijo...

Por Dios... qué espeluznante!