jueves, 11 de marzo de 2021

APRENDO A DESCUBRIR EL MIEDO

Durante  la guerra civil, ya hacia el final, mi padre fue movilizado por el ejército republicano en el cuerpo de ingenieros... huyendo hacia Francia. El nos contaba después que cuando llegaron a Arenys de Mar -¡que casualidad el mismo lugar donde estudió mi  madre!- hicieron un complot para inutilizar los camiones que salían huyendo hacia la frontera.

Con el alboroto unos cuantos lograron escaparse hasta llegar a  Barcelona y se refugiaron en un piso frente al hotel Ritz de la Gran Vía. Uno de ellos era cocinero y pidiendo a escondidas conseguían comer, arrancando las persianas de madera y todo lo que había que fuera capaz de quemar.

A Linda en Francia le explicaron que todo el mundo tenía guardados por todas partes  cartones y periódicos para poder calentarse durante la ocupación alemana, y los que pudieron huyeron hacia la campaña.

MI padre, según me contó, cuando pudo, regresó a Caldas a la Torre Marimón. Fue después del bombardeo de Barcelona. Me explicaron que yo al oir la voz de un hombre- mi padre- me puse a llorar de miedo. Pudo recuperar el trabajo no sin antes discutir con los de la FAI y ¡después con los de la Falange! y por el mismo motivo, unos y otros requisaban lo que había en la Granja-Escuela, conejos, gallinas, cerdos,  y la leche que producían las vacas. Y todo lo que había en el campo de árboles frutales... cuando ya no quedaba casi nada intentaron  llevarse lo que de valioso hubiera en la capilla de la Escuela.

El me contaba que eran peores los de la falange que los comités revolucionarios. Posteriormente esto le pasó factura.

Me estoy dando cuenta que hablo de la familia y de los sucesos, pero no sé hacerlo para hablar de mi.

Pasada la guerra vino la época de crisis, del contrabando y del estraperlo. Mi abuelo fue liberado del castillo de Cardona y regresó muy enfermo. Poco a poco se repuso y yo guardo muy buen recuerdo: sobretodo tres. Jugar al ajedrez en la acera delante de la mercería "EL GLOBO" que tenían en Caldas, que le frotase la espalda, y la colección de sellos que me regaló.

También recuerdo ir a "la vinya"  donde le detuvieron, recoger cerezas, uva (estaba orgulloso de sus racimos) y me padre le ayudaba a mejorar las cepas, las patatas, y el trigo. También tenía un olivar y le acompañaba a sacudir las aceitunas, aunque esto no me gustaba tanto.

Llegaron las cartillas de racionamiento para comprar pan, chocolate(de algarrobo), malta azúcar y aceite. Y con las cartillas el estraperlo.Con la mercería se podía hacer algo de dinero para las compras extras, mi abuelo compraba el tabaco de picadura de Andorra, y yo iba  a veces a buscarlo, no a Andorra,  a casa de un vecino que lo pasaba de contrabando 

Pero yo la carestía no recuerdo haberla sufrido, y mi hermano tampoco; al volver a la escuela se recuperó poco a poco la normalidad- falsa normalidad- con espías e informantes a las autoridades . Esto estaba en  los dos bandos. Y la Guardia Civil paseando con armas por el pueblo, preguntando si tenían conocimiento de la presencia de los "maquis" por las montañas. A mi me daba mucho miedo verles con los mosquetones . Cuando salíamos de la escuela de monjas por la tarde, íbamos a casa de mis abuelos, l'avi Esteve y l'avia Pepeta. Merendábamos con ellos y escuchábamos de escondidas la radio pirenaica, que emitía desde Andorra. Al atardecer  venía el señor Marcelino a recogernos con la tartana hasta la Torre Marimón. Eran y son unos tres kilómetros. Llevaba un farolillo de aceite- creo- para alumbrar el camino. Era muy buen hombre, muy amable pero un poco tozudo, con su misma manera de ser.

En la tartana tuve mi primer miedo de verdad, y de noche y con lluvia. Tenía todos los  ingredientes. Lo peor es que yo contaba todo a todos. Y si me preguntaban contestaba siempre y añadía algo más. Tendría unos 6-7 años.


No hay comentarios: