sábado, 13 de marzo de 2021

...YO SEGUIA EN CALDAS Y EN LA TORRE MARIMÓN.

 La marcha de mi hermano al internado de los jesuitas de  de Sarriá fue un duro golpe para mi.

Papá ya nos había enseñado a jugar al ajedrez, por esta razón jugaba también con mi hermano y mi abuelo Esteve.

Eran momentos apasionantes, yo me quejaba de que si le ganaba, el daba un golpe "sin querer", se caían las piezas e irremediablemente decía"ahora que ganaba", y me ofrecía una revancha.

Las veces que me quedaba a dormir en su casa, fueron bastantes, lo mejor era: la partida de ajedrez, la cena que preparaba l'avia Pepeta (Josefa), escuchar la radio en el comedor, la radio pirenaica y dormir en una cama grande, toda para mi. y registrar el segundo piso, había algún ratoncito, tomates de rama colgados, racimos de uva, y unas cajas grandes llenas de periódicos de la época de la ante-guerra y post- guerra.  Por la mañana sus desayunos eran "el no vas más": huevos fritos, con patatas fritas, un poco de jamón o bacón a la plancha y un buen vaso de leche con azúcar, sin olvidar la tostada con aceite de oliva de la vinya. 

Y después al colegio de los escolapios para preparar el bachillerato , que empezaba a los nueve años. Pero yo quería estar con mi hermano. El internado era muy severo, incluía sábados y domingos, salvo que un familiar (mi tía Pilar  hermana de mi padre y el tío Jesús que vivían en Barcelona) lo fueran a buscar para comer al mediodía.

Estos tíos yo los adoraba, aunque mi tío, gallego, me imponía mucho, era, alto, fuerte, y hablaba castellano. Yo le trataba de Vd., aunque un día se enfadó y me dijo aunque hable en castellano, me tratas de tu y se acabó. De mi tía Pilar ya os hablaré otro día. Era "UN GENIO".

Me regaló una bola de papel de plata (de verdad) del tamaño de un pelota de tenis, y una máquina de tren eléctrica, con sus vías y tres vagones. Con los años le perdí la pista. La máquina debió descarrilar... 

Ellos vivían con los avis de Barcelona. L'avia Pilar tenía una caja de potecitos de piramidón, como cincuenta o más, y ¡qué juego tan bonito era! Tienes razón Alvaro que con cualquier cosa éramos felices.

Teníamos que ir en autobús y tranvía hasta la calle muntaner 205, 2º 1ª. Íbamos pocas veces mientras vivíamos en Caldas.

En Caldas jugábamos  mucho con mis primos Salvador, Esteban Mariona y Montserrat. Durante muchos años vivieron en una casa que tenía una gran terraza. Ibamos a jugar y con la manguera, la tieta Teresa  nos duchaba. MI tío Salvador también venía a jugar con nosotros. El era farmacéutico, como su padre. En esta familia, todos los mayores se llamaban Salvador, y todos fueron farmacéuticos, renombrados, reconocidos y poco a poco convirtieron una parte de la farmacia en museo. Todavía sigue, aunque ellos ya murieron .Mi primo también.

De mis primos guardo muy buen recuerdo y alguna vez nos comunicamos todavía.

Reconozco que yo era travieso y que hacía enfadar alguna vez a mis abuelos o a mis padres.

Os cuento dos: Una en la Escuela, me escapé de casa y al salir a la calle, me encontré que era ya muy de noche. Tuve miedo, y me escondí debajo de la escalera, y pensaba "ahora pensarán que me he ido de verdad; mi madre me llamaba ¡Josep María"! Mi padre no gritaba. Bajó tranquilamente la escalera, iba a salir, se dio la vuelta y me dice: "deixat de tonteries que la mamá te està buscant". Castigado sin postres y a dormir.

La otra con mi bisabuelo Francisco: me pilló escondido junto al cine IDEAL de la plaza del Ángel en un callejón estrecho y oscuro fumando con dos amigos del colegio. Me dijo levantando el bastón: ¡Ay de ti , si la teva mare ho sap! Pero no lo supo hasta mucho más tarde. Creo!?!

Entretanto mi padre quería que yo fuese también a los jesuitas. Pagar dos internados era imposible y el ambiente en la Granja con el nuevo Director, era cada vez más irrespirable, Se olía en el ambiente el traslado. Y en Caldas la gente hablaba y preguntaba. Me habían enseñado que no se debe mentir nunca. ¿Nunca?¡

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