miércoles, 12 de mayo de 2021

UNA NUEVA FORMA DE VIVIR

 Aunque sea en modo breve pienso que puede ser interesante cuatro pinceladas de la vida en el Noviciado.

Voy por el camino de las anécdotas que recuerdo y que pueden  sorprender a los que no han vivido una experiencia pòsitiva, pero NUEVA al meterse en la vida religiosa, en comunidad.

Tal como yo lo viví y lo recuerdo, lo relato.

Al irse mis padres, y cerrar la puerta de acceso al noviciado, me esperaba un novicio de 2º año, ya experimentado, para ser mi "angel" y acompañarme y orientarme en la nueva vida:

 Primero la habitación, normal y sencilla, con su cama, lavabo,  reclinatorio, mesa y silla y un pequeño armario. Ahí pasé quince días, hasta que un día, al entrar en la habitación después del desayuno comunitario, tenía una sotana y un fajín  y teja (sombrero de los curas).

Segundo: una  vez  asumido que me ponía la sotana, después de varias charlas con el maestro de novicios,  pasamos al dormitorio comunitario. ¿Os cuento mi impresión?, Me quedé de piedra y quieto. ¿ Recordais que vivía de pequeño en la granja-escuela? Pues mi  impresión fue como si estuviera en un establo de caballos (no la he podido borrar). Una gran sala, dormíamos allí unos 30 novicios, separados por tabiques , con un techo común para todos, y un lavabo delante de cada cama. Una cortina hacía las  veces de puerta , y un pasillo rodeaba toda la sala.  

Estuve a punto de echar marcha atrás. Por las noches se oían los ronquidos de todos y todo lo que se quiera oir. Recuerdo la noche que un novició empezo a gritar:¡Me ahogo!, Corrimos todos, ¡alguién me está estrangulando!  Estaba  apretando con la mano su propio cuello, y cuanto más gritaba más se estrangulaba, ¡dormido!

El techo del edificio tenía tela asfáltica, sin tejas. En verano, en Roquetas, junto al río Ebro, hace un calor asfixiante. La mayoría de nosotros antes de meternos en cama nos mojábamos un poco y un poco las sábanas para no sudar . Para mí fue una de las pruebas peores y más duras de pasar. Y esto durante dos años.

Tercero: el ejercicio de culpas. Ponerse en un aula, de rodillas, con todos los novicios y enfrente el Superior y el Maestro de Novicios, y escuchar las críticas que te hacían por tus actitudes, comentarios, trabajos de fregadero, barrido, relaciones con los demás novicios, etc. Y al final la penitencia. 

Cuarto  : el silencio permanente durante todo el día , excepto tres medias horas al día para pasear en el jardín en grupos de tres y procurando no repetir nunca el mismo trío. También teníamos clases de latín Sda. Escritura, Vida del jesuita, etc. Y en temporadas de "vacaciones" juegos organizados, desde futbol al basquet , pasando por ajedrez, damas, y hasta fuimos unos días a la playa a bañarnos. También concursos literarios y paseos por los alrededores del  noviciado.

Cerca había uno de los canales de riego del Ebro y suele haber mucho viento y muy fuerte, las tejas volaban y a veces nadaban por el canal.

Un día un payés se paró para hablarnos y dice: "vayan con cuidado que con el viento de culo tan fuerte les..." Y añade, perdón quería decir viento de espalda. Se puso colorado y se fue.

Quinto , me olvidaba de lo mejor: LAS PRUEBAS DE HOSPÌTALES Y LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES Y LAS PEREGRINACIONES. Pero mejor lo dejamos para mañana ¿no?.

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