miércoles, 9 de diciembre de 2020

¡SER ABUELOS, ES MUY FUERTE!

No lo sabíamos. Ser abuelos es algo muy serio y te cambia la vida.

Al saber que Sylvie y Diego esperaban un heredero, nuestras vidas cambiaron. Se alteraron; el cáncer de mama que había sido diagnosticado un año antes traía sus secuelas y la quimioterapia durante cinco años también.

Los ojos de Linda se iluminaron. Atrás quedaron las ocho colonoscopias en un año para extirpar finalmente el tumor velloso.

Atrás quedaron las 30 sesiones de radioterapia . 

Justo al acabar las sesiones de radio, hubo boda, bonita ,la mamá de la novia estaba feliz, nadie hubiera dicho todo lo que pasó durante los dos años inmediatos a la boda, y hasta unos meses antes. 

Linda no se sintió sola , antes al contrario, rodeada de sus hermanos que pudieron venir. La familia del novio también. Y amigos.

Pasaron los meses y nos anunciaron la buena nueva: vamos a tener un hijo, vuestro nieto.  En la nevera Linda siempre ha tenido una botella de cava brut nature, y claro lo celebramos con risas, llantos y miedos.

Entre dudas e ilusiones decidimos cambiar. Dejar Castelldefels ( le costó mucho) e irnos a El Vendrell.

Yo me tranquilicé un poco. Tenía miedo de estar solo con Linda; Tenía miedo de que hubiera "resaca" por la radio y la quimio. Y la hubo, y mucha. Tenía miedo de estar lejos, de quien siempre estuvo cerca, y que necesitáramos ayuda, o que Sylvie la necesitara.  

Con Dani era otro modo de hacer. A él le ha gustado siempre ir más por libre, vivir la vida pero estar también al lado, muchas veces, cuando era muy urgente. Siempre nos acogió en su casa para fiestas y celebraciones, casi siempre estuvo con nosotros  en los días señalados.

Fuimos a El Vendrell en febrero de 2006; justo al entrar en su piso, el vecino de abajo colocaba un letrero  de "se vende". Linda era un sí y un no, yo un sí. Bajamos a verlo. Y al mes hicimos el traslado.

El pueblo de El Vendrell no es bonito. Es viejo, muy viejo. El barrio donde vivimos es nuevo, ventilado,con aceras estrechas, pero con plazas  y algún paseo con arboles y juegos para niños. El aire que se respira es limpio,No hay zumbidos de aviones, no hay polución, y las casas son todas modernas.

Una cosa le gustó mucho : la terraza. Podíamos desayunar y comer y había sitio. El piso de arriba estaba Sylvie con su marido y el bebé que se acercaba.  Mamá decía:  aquí no conozco a nadie. Me siento extraña. Tenía razón, pero a los tres meses todos los vecinos y los pocos comercios que hay ya nos conocían.¡Linda pagaba siempre al contado!.

Y nació Alejandro. Pasamos algunas angustias. Durante el embarazo  Sylvie hacía más de 60 Kms. Ida y vuelta. Linda no estaba tranquila hasta que llegaba a casa con Alejandro en la barriga. Al tenerlo  en brazos, su padre, Diego, estaba como zombi. Linda lo veía guapísimo y Ana , la madre de Diego se desvivía . 

Ya en casa, nos fuimos unos días, para que los padres se "hicieran" a ser padres, y nosotros quedarnos en el lugar que nos correspondía el de abuelos.

Pero es verdad. La vida nos cambió. Mamá a partir de los cuatro o cinco meses asumió con plenitud el papel de YAYA, pero a fondo. Yo un poco despistado. 

Alejandro  pasaba el día en casa. Le montamos su cuna-parque, y más tarde tenía su habitación. Cuando tocó lo llevamos a la guardería, lloraba mucho al principio, pero después, como sabía que íbamos a buscarle y ya se quedaba con nosotros, esperaba ser cogido, en  brazos o en el carricoche. Por la tarde-noche iba a su casa con papi y mami. Estaba siempre feliz . Cuando las fiestas de carnaval, la yaya iba la primera para cogerle la manita, y él feliz. Y la yaya también

La yaya le preparaba la comida, y poco a poco degustaba  sus flanes  de verdad . A Linda le hacía feliz tenerlo en casa y al mismo tiempo estar tan cerca de sus padres. Vivimos con intensidad el gozo de la "abuelitis" y los temores cuando el niño lo llevaron al hospital de  Niños de Barcelona, siendo todavía un bebé. Nosotros también los acompañamos. O unos años después, pero pequeño todavía le operaron de urgencia de una apendicitis.. 

¿Los mejores momentos?  La cara de felicidad de Alejandro al vernos a la puerta de la guardería, de parvulitos, y del colegio, todos los días; cuando la yaya se empezaba a cansar más, iba yo solo, y la pregunta siempre era, ¿Y la yaya? - Te está preparando al comida. Y al llegar a la puerta siempre, durante muchos años : ¡yaya!, ¡yaya! y ya más mayorcito cuando cambiamos la bañera por la  "ducha -palacio". Su ilusión era: ¿Me puedo duchar en la ducha palacio? Y la respuesta : ¡claro! y allí se quedaba hasta que le decías ¡ya basta!,-¡ Oh! ¡Un poquito más! Alejandro sin  él saberlo nos ayudó a superar las limitaciones  derivadas de la necrosis pulmonar escondida durante años por la clínica Platón provocada por un mal funcionamiento del aparato de radio.   y que descubrieron en el Hospital Comarcal de EL Vendrell. Alejandro para la yaya fue una  nueva vida. Y él ha gozado de la alegría de tener la yaya y l'avi, pero sufre la pena de haberla perdido, pero no la olvida nunca.

Alejandro es un  nieto privilegiado, ha gozado aun en la distancia de su bisabuelo Cesar, de sus abuelitos Ana y Tato, y de la yaya  Linda y de  l'avi Josep María. No todos pueden decirlo y celebrarlo.

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