jueves, 8 de abril de 2021

DESDE BALMES 10 A TODA ESPAÑA SIN CRUZAR UNA CALLE

 Mi padre estaba feliz de haber  conseguido vivir de alquiler en este piso y lugar. 

Era verdad, que sin cruzar ninguna calle,conseguía llegar a los subterráneos del tren de Sarriá , Terrassa, Sabadell y Renfe a toda España, además del metro de Barcelona. Y además la Avenida de la Luz, que discurría por debajo la calle Pelayo hasta las Ramblas.

Y cruzando  una calle , La Universidad Central de Barcelona, donde pasé la prueba del curso Pre-Universitario.

A 10 minutos el Mercado de la Boquería en las Ramblas, y ya paseando, La Catedral, el Barrio Gótico,, etc.etc. Y por supuesto la plaza Cataluña

Ayer comentaba que el traslado a Barcelona supuso muchos cambios para nosotros.

El primero, aunque soy incapaz de recordar  dónde fue, me refería al nacimiento de mi hermana María Asunción, después de 10 años de ser el pequeño de la casa. No lo acabé de entender... había tanta distancia y tantos condicionamientos, y tantos mimos (por lo menos yo así lo veía), que se me hizo difícil de aceptar y digerir. Después, más tarde, sí. 

Lo peor es que cinco años más tarde , vino otra hermanita,, Pilar.  Creo recordar que fue ya en la calle Balmes, -bueno en el piso 2º 2ª del nº 10.

Mi hermano tenía ya 17 años, a punto de cumplir 18, Yo 15, a punto de los 16. Eran distancias en el tiempo tan largas, que era difícil de digerir. A Jorge , unos compañeros de la Universidad le hacían broma si  la pequeña, Pilar , era hija suya.

Para ir al colegio   los dos cogíamos el tranvía 64 en la Ronda Universidad. Y este fue el  primer entrenamiento de la picaresca de la adolescencia: pasar sin pagar, bajar del estribo y volver a subir, sin billete, o lavarlos con lejía para quitar la marca de tinta del revisor y así poder usarlos varias veces,-con el Vº.Bº del mismo revisor- y a escondidas de los padres. Con las monedas  ahorradas comprábamos, cigarrillos sueltos, o petardos para las gamberradas en el colegio. 

El tranvía 64 atravesaba toda Barcelona; Desde Pedralbes, Sarriá, Bonanova, c. Muntaner , Las Ramblas hasta el puerto y vuelta a subir. Era nuestro tranvía. El del colegio de los jesuitas de Sarriá. Iba de puerta a puerta, y en cada parada los compañeros iban bajando. Yo era el que vivía más lejos. Más tarde creo que acortaron el trayecto hasta la plaza Cataluña.

Tonterías ... las justas entre todos: quitar el trole y dejarlo sin electricidad y teniendo que frenar con una rueda de mano. Gritar al subir en invierno, a tope, con olores múltiples y gritar:¡Cuidado que llevamos aceite!, y así poder pasar hacia adentro... sin pagar. Y pocas más.

El nº 66 era el tranvía "familiar". Salía de la calle de  la Creu, justo al lado de Duquesa de Orleans. Era muy antiguo, Los asientos eran uno por lado a lo largo de todo el tranvía. Los domingos teníamos sitio "reservado" por familias, y no dejábamos que se pusiera en marcha hasta estar todos. ¡Increible! Nosotros bajábamos en Muntaner, esquina Paris, para ir a casa los abuelos de Barcelona y la tieta Pilar y el tiet Jesús.

Una vez ya en Balmes, nunca más usamos este tranvía. Y cuando mi hermano empezó la Universidad,me encontré muy solo, para los viajes, para los paseos, para ir al cine del Colegio o al Cine Vergara (al lado de casa). Me llevaba 10 y 15 años con mi hermanas, y no podía ir con ellas a ninguna parte. Bueno sí: a acompañarlas al colegio de las monjas de la  plaza Universidad.

Más tarde ya fueron a otro colegio" de mas categoría". Junto a la Parroquia de ntra. Señora dels Angels , en la calle Valencia. 

Pero yo ya no estaba en casa, había entrado al Noviciado de los jesuitas en Roquetas, frente a Tortosa, al otro lado del Ebro. En contacto con la naturaleza viva, junto al observatorio sismográfico, pero lejos ya de toda la familia.
¿Creéis que con estas distancias de edad, se podía hacer mas tarde, una relación "normal" de hermanos? No era sólo la edad, era que yo me había separado de la familia, y en aquellas épocas las visitas eran muy contadas, y por poco rato, aunque siempre el maestro de novicios invitaba a comer  a las visitas con sus hijos. Pero éramos tan lejanos, y estábamos tan separados, que las relaciones de familia sólo  se empezaron a "normalizar" al estudiar  filosofía en San Cugat.

Con todo el vivir en Barcelona era mucho más que lo que he contado, para mí fue despertar, hacerme adolescente, descubrir calles, luces, personas, tiendas, ruidos, ... ya os contaré, si no me distraigo al dejar correr la memoria por la punta de los dedos sobre el teclado.


No hay comentarios: