lunes, 5 de abril de 2021

LAS GAMBERRADAS EN UN COLEGIO DE PAGO

Ya os conté que había estado interno dos años. 

Después ya en Sarriá  íbamos juntos a pie al colegio. Yo presumía de hermano mayor de serlo y enseñarme los pasillos laaaargoooos y aaaaltoooos , y las puertas de las clases con una mirilla y también muy altas.

Vayamos a lo que interesa:

El padre Caballería (era su nombre de verdad) tenía rapé en una cajita de la mesa del profesor.

Estuvimos mucho tiempo planeándolo, y lo conseguimos. Cogimos su cajita de rapé , y nos escondimos en los lavabos, sacando mina de lápiz con unas maquinillas, y se lo mezclamos con el rapé.

Buscó su cajita,  no la encontró, sacó otra del bolsillo, y ya se puso tranquilo. Al día siguiente le pusimos la anterior en el cajón, y nos dice:¡Qué tonto he sido, no encontraba el rapé y ahora tengo dos cajas!.

Puso los dedos pulgar e índice en la "preparada", y poco a poco su cara parecía un mapa mundi en negro. Tanta juerga y gritos hicimos, que apareció el P. Asensio, abre la puerta, y dice:¿Qué pasa? Se mira al padre Caballería y se puso a reir. Y sin castigos .

Una vez pusimos bombas fétidas, entre clase y clase debajo de la mesa del profe. Era  verano, las ventanas estaban abiertas, pero el olor a podrido salía de debajo de la tarima y mesa del profesor.

Fue más listo que nosotros. ¡Tengo frío!, me  duele la cabeza, por favor cierren todas las ventanas. Tenemos calor, sí, pero yo no me encuentro bien. ¡Cierren!. Cerramos, la peste era insoportable; se levantó, bajó de la tarima,  salió fuera y cerró la puerta.  Ya vuelvo enseguida. Se quedó mirando por la mirilla, entró de nuevo, y dice: ¡Huele mal!  ¿abrimos las ventanas? ...¡ Esperemos un poco que pase el mal olor!

La clase de  física la teníamos en el sótano del colegio. Estaba cerca el final de curso. Entre todos, liderados por el trío de los buenos (yo entre ellos) compramos petardos que al pisarlos explotaban, y otros al lanzarlos al suelo petaban y otros que llamábamos corre-camas (corre piernas). Sembramos el sótano, , unos 30 metros de largo, y esperamos al profesor, los petardos le delataban, y detrás de él, resonando de nuevo los petardos, el P.Prefecto de Disciplina (el P. Asensio). Nos miró a todos, y soltó: señor Pérez, Sr. Llibre y sr. (no recuerdo su nombre)!!! El domingo de ocho a ocho en el colegio, y esta vez sin cine.

El de francés (un ex-legionario francés), se puso tan nervioso con los ruidos, las risas y los papeles mojados contra la pizarra, que no tuvo más ocurrencia, que coger a  uno de nosotros, y sacarlo por la ventana ¡Si no se callan lo dejo caer!. Gritamos, golpeamos sillas y mesas y esta vez el profesor fue despedido del colegio. 

Pero la peor fue estrictamente personal: una pelea a la salida con el conserje, junto a las escalinatas de la entrada. Me estiró la camisa, yo le di empujones, cayó, se formó el "coro de los ángeles" ánimo José María". Por la tarde fuimos llamados al orden. Yo no dije nada en casa ni el colegio tampoco. Tardé un año en contarlo a mis padres.

Al final de curso, decidimos disolver las bandas que habíamos hecho para jugar y defendernos . Fuimos a la calle Anglí, junto al cole en un barranco y allí firmamos la paz. El tren de Terrassa y Sabadell pasaba a menos de un metro(!¡). Los capitanes bajábamos los últimos. Y una maldita raíz se interpuso en  mi zapato, y caí unos 5 o seis metros rodando. Me abrí la rodilla. Había una fuente, la limpiamos y fuimos hasta el dispensario de la plaza de Sarriá. Me curó. Y ¿dónde dices que te has hecho esto?, mientras me ponía tres grapas en la rodilla, después de limpiarla cuidadosamente. No me creyó la historia. Los compañeros, Blanc Xiró entre ellos, estaba blanco. Me acompañó a casa y al abrir la puerta, mi madre se paralizó. Tenía la pierna vendada. ¿Estás mareado ?... Mira  a Blanc, y le dice toma, que tu estás más blanco. Un vasito de agua del Carmen te irá bien. A mi no me dio nada. Bueno sí un vaso de agua.

También en clase de música hicimos la gamberrada de coger pegamento"ymedio" con los dedos, y tirar hilos de pegamento que se posaban pausadamente encima de las cuerdas del piano de cola, que cada vez sonaba menos afinado. Eramos 30 a la vez tirando de pegamento sobre el piano,

Me acuerdo de alguna más pero son más breves. 



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