martes, 29 de junio de 2021

ANECDOTARIO, PARA IR ACABANDO

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Media hora antes de salir hacia  San Matias en la frontera con Brasil, desde Ascensión de Guarayos.

La salida de Ascensión de Guarayos fue realmente el fin de mi historia vivida en Bolivia. 

Cuando relaté la salida, no expliqué lo que sucedió unos días, meses más tarde en Barcelona, en la calle Balmes nº 10,  ; allí descansaba yo del viaje de regreso - huida de Ascensión.

Una de las religiosas intentó darme ánimos, pero me dijo la verdad: Por radio están avisando que Vd. ha huido , hacia el Brasil. Mejor que salga cuanto antes. La avioneta ya está dispuesta, y la gente pregunta por Vd. y qué hace, y por qué ha venido aquí. Me dio unas pastillas de vitaminas para prevenir, creo que era B-12.

La religiosa austríaca vino a casa de mis padres y la hospedaron varios días. Era una excelente persona, y me miraba a mi. Y les decía a mis padres, "no podrá regresar a Bolivia, le están buscando todavía.

En esta ocasión sí que me dejaron el coche para llevarla a Montserrat, y al Tibidabo. Pasados unos días siguió hacia Austria. Me regaló un pequeño llavero con un rinoceronte de madera colgado. La acompañé al aeropuerto y nunca más supe de ella. 

Mi madre me comentó:¿Por qué no os casáis ? ¿No ha visto cómo te miraba?. Yo sentía hacia ella cierta admiración y también cariño y agradecimiento. Pero nunca se me hubiera ocurrido proponerle casarme con ella.  Creo más bien que le hubiera herido profundamente en sus sentimientos.

Mi padre, hombre sensato y nada engreído, le dijo a mi madre: Si quiere salir, aquí hay muchas chicas, no necesita hacer salir a una monja del convento, ni veo que ella vaya por este camino.

Tenía toda la razón. 

Volví a la parroquia de Badalona, y al cabo de unos meses, poco antes de salir hacia París para estudiar sociología religiosa, me reuní con un grupo de amigos-feligreses, y les conté la verdad, que quería huir a París para poder reflexionar sobre mi vida y mi futuro como religioso y cura.

Un o de ellos me dijo, ¡No hay derecho!, Tu eres cura y si lo quieres dejar, lo dejas y ya está, y nosotros si queremos divorciarnos, qué difícil sería, Años más tarde, ya casado con Linda , nos vimos más de una vez, y una de ellas, con Sylvie y Daniel ya creciditos quiso ayudarnos:

Nos regalaron un piano de pared, para que Sylvie pudiera aprender, y hasta buscaron un trabajo en un centro de menores, pero quedaba un poco lejos, y Sylvie me parece que vió a los jóvenes mayores que ella.  Ahora, y con la experiencia que tiene y el savoir faire, seguro que no tendría reparos. 

Las anécdotas pequeñas pero sensibles son muchas.

Ya he dicho que son anécdotas, no correlativas pero todas veraces. Las apunto a medida que me vienen a la memoria.

Pero sabéis una cosa? Sino me pongo delante de la pantalla, con una idea dando vueltas a la cabeza, soy incapaz de recordar.

Ya en Mataró, vino a vernos el P. Antonio Abad, ya mayor. Vino en tren, no teníamos coche para ir a buscarle. Estuvo muchas horas, comió con nosotros, como todos los que han pasado por casa, tanto en Perú, como en Ecuador, como después en los distintos lugares de Cataluña, empezando por Mataró. La escuchó en privado, yo me fui a la cocina,hablaron, hablaron mucho rato y al final me llama el P. Abad y nos dijo  "yo os bendigo" vivid en paz, y dejadme bendecir vuestra casa. ¡ Seréis muy felices!.

Me consta que después fue a ver a mis padres, y me ahorro el comentario que me hicieron de él.

Ya le hemos dicho a José María que podría haberse casado con la monja que tanto le cuidó.

¿Que no le cuida Linda?, les dijo. Fin de la conversación.

Si os parece iré desgranando diversas anécdotas, de nuestra vida en común desde el año 1974, que he de deciros que hay muy buenas y muy amorosas, que seguro que no se me olvidarán.



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