miércoles, 21 de octubre de 2020

LUGAR DE PASO, PERO CON SOCAVONES

Al igual que en Ullastrell  los vecinos, los colegas del Colegio, los comerciantes, todos sin excepción eran, y seguro son, gente servicial, dispuesta a ayudar y a echarte una mano, 

Nosotros desgraciadamente necesitamos de tantas y tantas manos, que bien podemos decirlo por experiencia. 

En Gelida encontramos la ayuda que precisábamos en el momento o en los momentos más impensados.

Y es que ademas las sorpresas se encadenan y apenas te dan tiempo para reponerte.

Instalados ya en el pueblo, con nuestros hijos y gracias al super-DYANNE-6, caemos en la cuenta de que nos hemos olvidado unas cajas   en Ullastrell que  ya me tenían guardadas para cuando fuera.

Ya dije que no era lejos, sólo había que bajar hasta pasar el río Llobregat y volver a subir la cuesta al otro lado del río. En coche no más de media hora.

Pero no esperaba que por la humedad de la noche y la llovizna que hubo de madrugada, la carretera estaría resbaladiza. Vaya trompazo que me pegué contra la ladera . La rueda derecha delantera quedó torcida. Tenía que llegar a Martorell, dejar el coche en el taller citroen, y llegué. Cambiaron la rueda, llamé a Linda desde el mecánico y a las dos horas pude seguir camino hasta Ullastrell.

Había salido a las 7.00 de la mañana, para regresar enseguida.! Llegué a las 13.00¡ . Mamá estaba más que preocupada. La vecina fue a buscar a Sylvie a la clase de párvulos, mientras Linda esperaba  en casa con Daniel a que llegara yo. Y llegué . Gracias a Dios¡ Me dio un beso muy fuerte, lloró de alegría y de miedo . Yo también. Me dolía todo, pero no tenía nada roto.

Ya había tomado posesión de mi lugar de trabajo en el colegio; profesor de francés, castellano y bibliotecario. Linda ya había tomado posesión del apartamento. Por cierto, encima de una panadería de verdad, con la chimenea que pasaba junto a la pared de casa.

En invierno era una maravilla, pero en verano,!!!uf¡¡ qué sudadas. Pero el contraste de temperaturas producía en las paredes  una capa de moho y humedad que afectaba a la salud. Cada dos o tres días secábamos las paredes con trapos, especialmente la habitación de Sylvie, que daba justo frente a la chimenea del horno.

Todavía recuerdo las crisis de ahogo  de Sylvie por alergia a la humedad ambiental, y  al moho y el grave problema para Linda por la escasez de agua corriente. Esto le supuso un plus de cansancio y  fatiga. 

El médico del pueblo, era el doctor Peligro (!¡). La bodega , con muy buen vino, estaba calle abajo, y allí había que ir para comprar botellas de agua. En la tienda ya le avisaron,! cuidado que esta calle sube mucho¡ Y el agua pesa. Ya se la traemos nosotros a casa; el agua y el vino y lo que haga falta. Tenían un pequeño "jeep" y ayudaban a transportar.

Un día Linda, llegó a la bodega y dice: me encuentro  muy cansada¡ 

Siéntese, llamamos a su marido al colegio, y que venga. ¿Y los niños?. Al final la convencieron, la subieron a casa, Y como si nada. 

Por la tarde me explica,... pero ya está ya pasó. Quedamos que no iría otra vez a buscar agua y que tenía que ahorrar fuerzas, En casa no tenía ayuda (no podíamos pagarla) y aunque los vecinos de abajo enseguida se ofrecieron para ayudar, preferimos cambiar las rutinas.

Este fue el primer "socavón". 

El segundo fue estridente, ruidoso, y calamitoso, pero sin daños personales. Una de las cosas olvidadas en Ullastrell eran las cajas de cartón, llenas de potes de vidrio de mermeladas, que Linda hacía de toda la fruta que le regalaban los padres de los niños del colegio y vecinos que tenían huertos. Debía haber unos 30 potes de más de un kilo.

Habíamos preparado , en una habitación pequeña ,varios estantes . Servía de despensa.

Al día siguiente, después del trompazo, vimos que había valido la pena; era mucho trabajo de muchos días preparando las mermeladas, Y ! que ricas estaban¡

Estábamos ya todos acostados... y los estantes cedieron, los botes de vidrio con sus mermeladas decidieron bajar estrepìtosamente, y llegaron hasta el suelo, provocaron un riachuelo y un laguito de mermelada, aderezada con trozos de vidrios.

Quedaron  5. Y el trabajo en recoger y tirar y romper a llorar . La pared parecía de yeso.También Linda acusó el cansancio y el desánimo de ver todo el trabajo perdido.

Pasó un día, otro, meses  hasta cinco meses sin más tropiezos. Y bien ubicados. Nosotros con Linda en casa dábamos clases de francés, que nos ayudaron mucho a rehacer el presupuesto familiar. Yo con Linda me sentía más seguro, la pronunciación, las frases hechas, las canciones.! Cuántas manos tenía Linda! 

Los vecinos del piso inferior una maravilla de gente. Tenían dos hijas  mayores que los nuestros ,eran todos muy atentos, cariñosos y predispuestos. Lo demostraron en una de las peores experiencias de mala salud que tuvo Linda y nosotros con ella. 

Nos haría decidir el poner empeño para un traslado lo más pronto posible a Castelldefels.

   

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