martes, 27 de octubre de 2020

DISFRUTAR DE LA VIDA, DE LA CASA Y DE LOS HIJOS

 Recuerdo como si fuera ahora la alegría de nuestros dos hijos al celebrar una fiesta o hacer una pequeña salida, o simplemente que mamá les había preparado un postre,  un flan, una tarta...

Cuando Daniel tenía un año,  y Sylvie ya casi tres, decidimos celebrar las Navidades y el Año Nuevo fuera. Estaba Linda muy cansada del año pasado desde el  ancimiento de Daniel.

Y teníamos muy mal recuerdo del Año Nuevo en casa de l'avia. Fue demasiado duro  y nadie hizo ni caso de la situación que atravesábamos por la salud y por la incomprensión.

Fuimos a la Manga del Mar Menor, un apartamento con cocina, desayuno incluido y  cocina o restaurante. Hizo muy buen tiempo. Las fotos así lo atestiguan. 

Visitamos pocas cosas, pero nuestros paseos por la manga, fueron de lo más exquisitos. Fuimos hasta Cartagena (sería por simpatía con Cartagena de Indias), al pasar por Alicante nos paramos en un restaurante de carretera, A Linda le apetecía mucho, por la fama de las paellas valencianas.

Resumo. Era tan mala, seca, cruda , y las gambas y mejillones olían a pasado, pretérito perfecto pasado, tan pasado, que el metre vino , sacó la paella, canbió los platos , y nos ofreció un arroz caldoso de bogavante exquisito, y GRATIS junto con el vino. Los postres de los niños no los cobró tampoco.

Al regresar, habíamos celebrado  Papá Noel en el apartamento,  los niños tuvieron sus regalitos y estaban felices, pero "tocaba" ir a casa de l'avia y de l'avi, a recoger los regalos que los Reyes Magos traían allí.

A Dani l'avia le regaló (bueno el rey mago), un cochecito rojo de fricción que le encantó, mientras lo tuvo.  Sin saber cómo  desapareció al meterse debajo de un aparador, Dani lloró. Lo buscamos, y l'avia lo único que dijo es "no hay para tanto", pero Dani regresó a casa sin el regalito. Y nadie se inmutó. O bien la casa tenía agujeros, o bien alguno de los primos (todos eran más o menos pequeños) lo  escondió. Y nunca más se supo. Ni apareció.

En casa ,papá y mamá , si mal no recuerdo le compraron otro. Sylvie no tuvo problemas.

Lo más importante; que vistas las actitudes pensamos que era mejor no volver más.

Nos sentíamos desplazados, Eramos como un añadido a la fiesta familiar que ya llevaban años, muchos años celebrando, sin mí y después sin nosotros dos. Y después nuestros hijos que con mucha pena reclamaban a mamá , cámbianos de sitio.   Un poco alterábamos la rutina ya establecida mientras yo era jesuita, aunque algunas veces también iba.

Recuerdo la distribución de las mesas en casa de l'avia, era hasta grotesco los lugares asignados.  Resumiendo unos eran para los de siempre, y otros para los "recién llegados". Era normal, con nosotros no contaban por costumbre. Además Linda y yo hablábamos o castellano o francés, yo por supuesto también catalán.Una persona excepcional por su visión  de la libertad y por su aceptación de Linda , de nosotros y de nuestros hijos, con la que nos sentimos acogidos fue la tieta Pilar. Y sin condiciones. Que de joven le gustó volar libre por el mundo musical, su gran pasión era el violoncelo, y ya de mayor acogió a Linda con cariño y con dulces palabras. Tenemos más recuerdos sentimentales de la tieta PILAR PEREZ MALLA que de mi madre. Y recuerdos morales y cariñosos inmensamente mas .

Así fue como conseguimos que las fiestas en casa fueran fiestas, que los hijos recordasen  toda su vida.

Cuando pueda os pondré una foto en facebook con mamá, el Árbol de Navidad, los niños arrodillados cantando las canciones navideñas, para ir a dormir seguros de que Papá Nöel pasaría cada noche de navidad.

Y por cierto tomaba unas copitas de cava, un poco de turrón y dejaba siempre lo que pedíamos, y un poco más. Este más era el que añadía mamá. Las barbis, la cocinita, tren eléctrico,  el escalextric. Y sorpresas para todos. Qué bien y qué buenos recuerdos, . Qué ilusión preparar todo, !cuanto trabajo¡ y qué comidas mas exquisitas en casa, gracias a Linda y a su imaginación.Los juegos de mesa y las cartas francesas, junto con el ajedrez, parchís... como cualquier familia.

Mientras pudo siempre lo hicimos así. Y disfrutábamos.

Los domingos por la mañana nunca faltamos a misa, debajo de casa, en un local adaptado en la escuela "Vista Alegre", Organizamos un grupo de músicam cantos y escenografía, que el otro día en la misa, vimos que continua mejorado y ampliado. Javier Clemente es un líder, muy humano, y respira bondad y altruismo por los cuatro costados. El dirigía la música, con  Sylvie y Daniel a la guitarra, y otros que se sumaban.

En Castelldefels Linda se apuntó a un grupo de catalán, a otro para acompañar a ancianos en  las residencias, y entretener a los niños mientras daba yo clases, o ayudaba a la parroquia de Vista Alegre con Mn. Lluis.

Y la vida transcurría en paz. En verano la playa no se podía perder nunca, la piscina municipal y los partidos de los niños en la polideportiva, así como tomar algún helado en la Avda. Santa María y comprar de vez en cuando pollo a l'ast de verdad en los dos caballeros o un aperitivo en la "pasarela".

Jesús el pescadero, Luis el peluquero , la Choni, el mercado con la carnicería de la señora Teresa , la pescadería,  y el supermercado MAS MAS,  eran lugares de "culto" y de relaciones humanas. El estanco también durante unos años, sin olvidar la mercería de la calle Juan de la Cierva. Y el taller, y el herrero que me ayudaba as reparar el tubo de escape del DYANNE , y la zapatería que me dejaba los zapatos para que Linda no tuviera que bajar, la caixa del Penedès, de la Avda. Manel Girona. El kiosco junto a la plaza Juan XXIII, y a cinco minutos del colegio de los niños; El Jacinto Verdaguer. Todo estaba al lado y todos eran vecinos y te ayudaban en lo que podían.

Yo era "el maestro" y Linda era ... Linda, ! la mujer del maestro.¡ Castelldefels en el 1982 era un pueblo grande, luminoso, agradable para vivir.Con una linda playa ancha y larga y de fácil acceso. El canal olímpico  construido para las olimpiadas del 92, le dio un nuevo impulso y un reconocimiento más internacional, aunque Castelldefels pueblo, poco se benefició. Pero era bonito ir a pasear, mirar las regatas, y tomar el sol limpio y claro junto a él.

Más de 20 años vividos en la calle Iglesia 73, 2º 1ª, dan para muchas vivencias normales , pero que cuando falta el "motor" de la convivencia y de los ánimos, parece que el mundo, nuestro mundo se viene abajo. Se derrumba.

Pienso que escribiendo me va a durar más y no se olvidará ni se perderá en el silencio de las interminables noches y días que pasan y pasan, y seguirán pasando, sin nunca parar.

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