lunes, 21 de septiembre de 2020

CURIOSIDADES VIVIDAS EN QUITO : BUENAS Y NO TAN BUENAS

 El condominio "El Carmen" era la urbanización donde vivíamos, en  COTOCOLLAO, un barrio a las afueras de  Quito Norte.

La llegada a Quito en avión es impresionante. El aeropuerto allá abajo, al fondo, como metido con calzador entre los Andes que lo rodean.

Pasamos tres  veces rozando las casas y una guardería que había junto al mismo aeropuerto, sin conseguir aterrizar. A la cuarta el piloto lo consiguió.

 Linda yo yo estamos cogidos de las manos, en silencio, como siempre hacemos cuando viajamos en avión.

Y a partir de ahí a descubrir  todo lo inimaginable.

Paras poder recuperar fuerzas y conocer la tierra que pisamos, el presidente de los pp.de familia del colegio, nos dejaron una casita de madera  en San Jacinto, en la playa del inmenso Pacífico,  solamente tenía estas peculiaridades:

-No tenía agua corriente. En marea alta, que la hay y muy alta  sentías el mar rozando el suelo de madera, el viento, que sabe soplar muy bien se colaba por las rendijas . Pero lo pasamos en grande, cogiendo cangrejos en la playa para cocinarlos- si no se escapaban- ,comprando pescadito a los lugareños para hacerlo en la casita-cabaña, y por la noche bañandonos desnudos en el mar. Nos traían el agua potable cada día en botellas grandes, y unos restaurantes ya apalabrados por el Clemente Argüello el presidente del AMPA. nos dejaban las duchas y los lavabos.Al mediodía comíamoss allí. 

Lo mejor el arroz chaulafán que iba siempre complementado por las moscas correspondientes. LO pasamos  bien de verdad. Todo era libertad, 

Para llegar a San Jacinto tomamos el autobús en Quito (2.800mts hasta los 0.0mts de San  Jacinto. Al poco rato subieron varios pasajeros al techo, y además llevaban bananas para vender  junto a la playa . 

Lo mejor es que el conductor, se estaba durmiendo y Linda  me dice "nos matamos si caemos  ahí abajo". Y tenía razón porque estaba tan profundo que seguro que te morías o del golpe o de hambre.  

Encontramos la solución: desde nuestro asiento, nos deicamos a hablarle, pero como no bastaba me atreví a hacerle cosquillas cada rato que daba una cabezadita. Y llegamos enteros nosotros, las bananas y toditos los que viajabamos.

La vuelta fue muy tranquila, siempre subiendo- con bananas también para vender en Quito.

La fundación nos recomendó una empleada, muy trabajadora, aseada y lista. Más que nosotros.

A los quince días de tenerla,  faltaba, arroz¿? azucar¿?, sal¿?, algún trapo de cocina ¿? y  descubrimos que por la pared del  jardín , cuando estábamos en el colegio,ella pasaba lo que necesitaba a su hijo, pero además colocó un clavito en la ventana del salón, para mirar si llegábamos ya, apartando un poquito la cortina. Así consigu.ió llevarse una cadena de oro, de la abuela de Linda, que este día no se había puesto en el cuello.

Peor fue el profesor de CC.NN. que le hice confianza. y se llevó mi cartera que había olvidado encima la nevera. Por cierto recuperé la cartera, el dinero y los documentos, ya que lo dije en claustro de profesores, y todos sabían que él había estado en casa el día anterior. Lo devolvió todo y se autodespidió.

Mas tarde  celebramos una Kermesse y me lo pasé tan bien que Linda me escondió porque  me puse como una cuba con los ponches, las sopas de vino,  y casi sin nada de comida. Hasta que no vomité no me dejó salir. Tenía que pagar a los músicos. Y les pagué. Por la noche Linda me dice: no te pongas así otra vez que eres el Director... y no estás muy guapo, Al dia siguiente era domingo  y descansamos y nos reímos.

Y recaudamos dinerto para el laboratorio de física y química . Valió la pena, para jodienda de la Fundación.

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