domingo, 27 de septiembre de 2020

DE IPIALES A CARTAGENA DE INDIAS

 Los Andes  con toda su inmensidad,  que le permite albergar, entre las dos cordilleras oriental y occidental , una tal variedad de paisaje, de valles frondosos , picos escarpados, de volcanes impresionantes como el Cotopaxi, o el Pichincha bajo cuya protección estábamos en Quito, vegetación exuberante y caminos , sí caminos infinitos que cruzan sendas, ríos, planicies, precipicios, cascadas de agua e innumerables loros, guacamayos, monos... que hacen del viaje una auténtica nueva vivencia de la vida.  Grandes plantaciones de platanales, aguacates, frutos de la pasión, mangos, papayas y por supuesto la yuca, y también la coca.

En Ipiales ya nos habían reservado trastero del autocar para poder meter los catorce bultos y maletas, contando la llave de bronce que abriría casi todas las puertas, mas una máquina de coser" portatil", pesaba unos 6.00Kgs. y que Linda utilizó  para toda la ropa que hacía para nuestros hijos y para ella misma durante casi toda la vida vivida en Cataluña, hasta que ya la pobre se   fundió literalmente, hace unos pocos años. Y el pulso y los temblores de la mano le impedían  ya controlar la máquina o hilvanarla. Fue la primera gran  experiencia que tuvo sobre su mala  salud. Lloró y mucho. Y ya no intentamos arreglarla¡ Un día, después de pedirle permiso , y sin que se diera cuenta  la hice desaparecer. Compramos otra con mi hija pero  a duras penas lo consiguió, y ya no quiso intentarlo de nuevo para no tener otra decepción . 

A lo largo del viaje nos dimos cuenta de que los senderos y caminitos del indio permiten llegar a lugares a los que después llegaríamos nosotros "cansados" de  tanto dar vueltas y revueltas por la panamericana y sus desvíos para llegar a las más variopintas ciudades y pueblos. Y los nativos no van con las manos en los bolsillos, Si no llevan la guagua a la espalda llevan fardos de leña o productos del campo para llevar a vender o hacer trueque por productos de los que carecen.

Aquí el chófer no se dormía, nosotros tampoco por los nervios de ir a lo desconocido.

Al pasar algún poblado, sin parar en él, Linda se dio cuenta de algo que después parece ser normal: Si por la carretera cruzas un poblado que hay gallinas sueltas o cochinos paseando, si suena el claxon, indefectiblemente las gallinas y los cochinos cambian de lado, y si vuelve a sonar vuelven a cambiar, alguna gallina muere al segundo intento, no precisamente de infarto aun estando a los 3.000 o 3500.mts. 

Pasamos por pueblos como Otavalo , Ipiales en Ecuador,  Tulcán, Pasto, Popayán todos en plena cordillera occidental de los Andes. 

Nos habíamos dormido, cansados ya del trasiego anterior, y porque los asientos eran bastante cómodos. 

Después Cali, hermosa ciudad, donde paramos el tiempo suficiente para comer, estirar las piernas y confiar nuestro equipaje al conductor del autobús. Cumplió, no se movió de la estación de autobuses y le dimos la propina merecida.

Nosotros respiramos un poco más tranquilos, aunque faltaban unos mil quilómetros para llegar a Cartagena. 

No recuerdo la hora, pero ya pasadas las 15.00 16.00 horas  reemprendemos viaje .Faltan todavía muchas curvas, cuestas, valles y ...gallinas. y algo más .

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