viernes, 25 de septiembre de 2020

VIAJE DE REGRESO A ESPAÑA

 La camioneta con matrícula diplomática espera junto a la puerta de casa en Cotocollao (Quito-Norte). El señor Clemente Argüello (presidente del AMPA) y algunos padres más  están con nosotros.

Ya es de noche en Quito y hace frío. Hemos vendido todos nuestros enseres, y lo que quedaba , ahí se quedó.

Cargamos los catorce bultos, nosotros dos y el chofer. Y en la cabeza las palabras  del embajador: Ne  salgan del coche en la frontera ni para "pisser",  ¿Se entiende no?.

Quito, Otavalo, Ipiales - parada obligada, mostrar los pasaportes y el Libre Paso del coche diplomático, con una carta del embajador por si fuera necesario. Pasamos largo rato, bastante frío, y cierto miedo. Pero estábamos los dos juntos y en "territorio francés". Silencio, noche fría,. estrellada, y la barrera fronteriza a menos de 50 metros. Sale  el policía de fronteras, mira dentro del coche con una linterna... ¡Buenas noches señores! prosigan el viaje y vayan tranquilos.

Y así lo hicimos y además con la tranquilidad de saber que lo único que había hecho era oponerme a una inversión millonaria en el Centro de Quito,  para que cuando diera beneficios se invertirían en el Colegio. Se trataba de una inversión inmobiliaria y en una fábrica de alfombras quiteñas. Una auténtica mafia, que usaba la Iglesia y la Educación de paraguas.

El embajador y el Director del Colegio La Salle , que estaba muy cerca, y que se hizo también amigo, habían contactado con la residencia de las monjas, que ya nos estaban esperando, con la cena, habitación con baño y ducha . Y nos sorprenden: Mons. Romero, arzobispo de Quito, también les había llamado y pedido que le informasen cuando llegásemos.

He olvidado decir que ya en Quito nos dijo que gracias a nosotros habían descubierto  el pastel de la  Fundación, y que la iban a denunciar y retirarse de la Junta Directiva. Sabían de las buenas intenciones de la Sra. Isabel del Hierro - la fundadora- , pero ya dudaban de los herederos.

Además al formar parte yo de la Directiva Nacional de Educación Cristiana, iba teniendo demasiada influencia por las charlas, conferencias, reuniones con otros directores, pero... me había olvidado de una pequeña cosa sin importancia: el Subsecretario de Exteriores que daba largas a la residencia de Linda, era hijo del hermano mayor y Presidente de la Fundación.

¡Realmente el mundo es un pañuelo; y a veces un nudo del que es casi imposible salir!  Pero salimos. Aprovechamos para descansar, ordenar papeles, vender y regalar libros de teología a las monjas que estaban ávidas  de novedades.

Ellas cuidaban del Santuario de la Virgen de las Lajas, que ciertamente nos protegió y mucho. Desde allí empezamos a escribir a España a Barcelona particularmente avisando de que íbamos para allá, a amigos y también a mis padres. Linda hizo lo propio con sus padres y con su hermana Augusta, pero faltaba todavía atravesar por la ruta panamericana los 1500 kms. que nos faltaban   para llegar a Cartagena de Indias y embarcar rumbo a Barcelona, no sin antes "pasearnos "con nuestros catorce bultos por toda la cordillera occidental de los andes.

Desde Quito nos avisaron que Clemente y el Director de la Salle venían a Ipiales, que nos querían ver antes de irnos. 

Clemente nos trajo un regalo: una llave de bronce de medio  metro  para que nos abriera todas las puertas posibles. Cumplió la llave su encargo menos en un caso, que ya contaré. El Hno. de la Salle  dijo que tenía que ir a Roma en un año y que nos haría llegar una bendición apostólica.  Esta llave todavía está colocada junto al recibidor, se la dio Clemente a Linda , con un cariñoso beso y un gran abrazo.

Tenían  que regresar a Quito. Comimos un pollo a la brasa, grande y exquisito y nos "juramentamos " para vernos de nuevo.

No os extraña que nunca hable del embajador español ni en Lima ni en Quito?... como si no hubiera, haría el mismo efecto: NADA. 


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