martes, 8 de septiembre de 2020

LA VIDA YA NO SIGUE IGUAL


ME DOY CUENTA QUE ESTOY ESCRIBIENDO , COMO SI FUERA ELLA.

¿Tengo derecho a hacerlo?

Me vienen tantas palabras y vivencias, que sin darme cuenta lo hago. De todas formas así siento que es Linda quien cuenta y habla,  esto me da ánimos para seguir y recordar con más fuerza y sobretodo autenticidad.

Sigo.

Cada encuentro era una nueva ansiedad y angustia, reflejada en su hermoso rostro , pero sus bonitos ojos tornasolados, se volvían cada vez más  tristes, llorosos; yo por mi parte llevaba dentro la lucha interna de mi propia existencia.

Hice un descubrimiento: cada vez que me encontraba , paseaba y sobretodo hablaba con Linda , mi vida alegraba y las ganas de vivir reverdecían. Y Linda me decía lo mismo, y me preguntaba cómo podríamos juntar nuestras vidas, ...

Lo que sí estaba claro era que vivir unas dobles vidas, de apariencia y medio furtivas no podía ser.

Yo hablé con un jesuita, autoridad eclesiástica en Bolivia, dentro de los jesuitas, y me puso en paz con Dios, con la Compañía de Jesús y conmigo mismo. Fue en un café de los Campos Elíseos.

Increíble, pero dejé de tomar pastillas para el insomnio, la digestión, la acidez, la presión. Un solo beso de Linda, una sola mirada, y una palabra de ella, eran más que suficientes.

Linda habló con su hermana Augusta(DEP), y con Colette  Vanderhagen y George Bernardin, que regentaban una óptica en la rue de Rennes.  pero vivían muy cerquita de Chartres. Más tarde estuvimos en su casa y en el apartamento que tenía Colette en la rue de Vaugirard, en Paris 7èm ou 6èm. Seguro que hay una persona que se ha de acordar de esta calle, allí estuvo un verano. Con Colette cuando todavía vivían sus padres, !qué buenas personas y qué honestas¡ Los dos murieron de cancer, Pero  la amistad con Colette, Linda y yo la fortalecimos profundamente.  Fue de gran ayuda para saber a que atenerse si quería casarse conmigo ella nos aconsejaba no venir a Barcelona . No se equivocó en nada.

Nunca la engañaron, siempre la acogieron y la estimaron mucho. Qué lastima cuando los amigos están tan lejos y no sabes a quién recurrir cerca.

Pero nos queríamos, y esperábamos superar todos los tropiezos.

Linda decía sólo pienso en tí, ven a buscarme al trabajo y comemos juntos, y lo hicimos más de una, dos .... veces. Reía más que comía. Como el dinero era escaso, comíamos en los selfs services, o en el RESTAURANTE UNIVERSITARIO  aprovechando mi carnet de estudiante de sociología en la Sorbonne, En l'ecole  d'Autes  Etudes, cerca  del "pont d'Alma". 

El día que me cayó el vasito de vino dentro de las lentejas, Linda reía sin parar, yo rojo de vergüenza, no sabía qué hacer , y me las comí, y todavía reía. las escaleras del metro eran interminables, los segundos de espera eran horas, !largas horas¡

Y desde entonces me dí cuenta que había complicidad.   Y mucho amor y una gran generosidad  de su parte.He de reconocer que yo fui  un poco egoísta, aunque me parecía que no.

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